jueves, 3 de noviembre de 2011

ESPECULAR CON EL HAMBRE

Hoy os quiero hablar de un tema del que a veces no nos damos cuenta pero que resulta cuanto menos inquietante y decepcionante. Es sobre la hambruna, pero mucho más que eso, es sobre la capacidad que tiene el mundo actual sobre producir alimentos suficientes para su actual población pero la alta infecacia, corrupción y engaño que se produce al tratar de llevarse a cabo.

Quiero relataros un artículo de la revista Actulidad Económica de Noviembre en su apartado de pulsaciones y que me ha parecido muy adecuado a los tiempos que corren actuales y a este tema en concreto. Quiero compartirlo con vosotros hoy:

"La hambruna tiene culpables", titulaba hace unos días el diario Público. Y añadía: "Un informe de la ONU acusa a quienes especula con (...) los alimentas de castigar a los más pobres". Es innegable que el precio de los alimentos se ha disparado. ¿Por qué?. The Economist distingue tres tipos de motivos: irrelevantes, temporales y estructurales. Los irrelevantes son esos que tanto inquietan a Público y a Sarkozy. Es verdad que apenas el 2% de los contratos que se negocian en los mercados de futuros acaban en la entrega de la mercancía, pero ese trasiego garantiza la liquidez y sólo influye en  los precios a corto plazo. Además, la volatilidad de los alimentos la han sufrido otras materias de las que no hay futuros, como el cobre.

Los motivos temporales son los más importantes: las sequías en Argentina y Rusia, las inundaciones en Canadá y Paquistán o las prohibición de exportar cosechas que han adoptado algunos Gobiernos han reducido coyunturalmente la oferta global. Pero los motivos más inquietantes son estructurales. La agricultura experimentó otra carestía en 2007, y dos en cuator años son demasiadas carestías para atribuirlas a la mala suerte. "Una combinación de factores (el aumento de la demanada india y china, el paso de una dieta vegetariana a otra carnívora, el uso creciente del máiz como combustible y la caída del dólar) ha puesto fin al periodo que arrancó en 1970 y durante el cual el precio de los principales cultivos cayó año tras año", dice la revista. 


La mayor parte de los científicos y organismo internacionales coinciden en que el mundo produce comida suficiente para la población mundial, aunque no siempre en los sitios donde hace falta. Y dado que mejorar la distribución para que llegue hasta ellos es complicado, no queda más remedio que aumentar las cosechas. 

¿Cómo? En primer lugar, impulsando otra revolución verde. El rechazo a los cultivos genéticos y la ganadería intensiva es un lujo de países ricos. La otra respuesta paradójica es que se necesitan precios altos. Únicamente si lo márgenes mejoran, más agricultores se animarán a invertir. Ello obligará a ayudar simultaneámente a los consumidores más vulnerables, como ya hacen Mexico y Brasil.

Finalmente seguirán estallando crisis puntuales, cuya solución no depende sólo de la buena voluntad de Occidente. A Estados Unidos le criticaban que se volcara en la persecución de los terroristas somalíes mientras los refugiados se hacinaban en Kenia. Clinton tomó nota y se comprometió a dejar en paz a todas las ONG, incluso a las vinculadadas a Al Shabab, la franquicida de Al Qaeda en la región. Días después, dos milicianos se colaban en el campo de Dadaab y secuestraban a dos cooperantes españolas.

En fin, un artículo muy claro y conciso de cómo está la situación ahora en relación al hambre y sus daños colaterales y consecuencias.

Hasta la próxima.

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